There are so many unknowns as I write this final bulletin message of the liturgical year. We are still waiting for the final numbers in the presidential election. We are unsure about the transition in January. We are unsure how to keep ourselves safe in a world with COVID-19, even now with developing news of vaccines and arguments about the efficacy of masks. We are unsure as to when we will get back to some semblance of a normal economy and to the social lives we were enjoying. There is economic upheaval and the challenge of a cold winter with so many unemployed.
And yet, we are sure of this one thing: the story of Jesus. We started telling the story anew at Christmas, with a humble birth in an anonymous manger outside of Bethlehem, and we finish the liturgical year this weekend with the celebration of the Feast of Christ the King. There is comfort in the knowledge that Jesus Christ is alive and moves among us, and we are the proclaimers of this message to the whole world.The entire liturgical year helps us to remember who Jesus is —the Son of God. We remember, year after year, what He has done for each of us through His life, death, and resurrection. And we celebrate what it means that He will return to help us see how He was mysteriously among us, and how we sometimes (unknowingly and knowingly) served Him. At the heart of all of our lives is the truth that God loves us, loves us into being, loves us into relationship, forever seeks to keep that relationship with us strong during our lives, and finally loves us into eternity to be with Him forever. We are sure of this. Jesus Christ is Lord of heaven and earth, and we have been called to proclaim this message everywhere.
As the year concludes, we might ask ourselves what it means for each of us to be a follower of Jesus Christ. In the readings this year, as we have followed along in the Gospel of Matthew, we were led more deeply into seeing how Jesus was the fulfillment of the promises God made to the Jewish people at the time of Moses and through all the prophets. The Gospel constantly sought to connect the messages of the prophets and the Law to the message of Jesus and showed how He fulfilled those teachings.In the letters to the various communities we read about throughout the year, we learned of their development, the challenges they faced, and the questions they had. We can ask ourselves this: “What new ground did I reach in my faith this year? How is my relationship with the Lord better as this liturgical year concludes? Am I better at sharing my faith? Can I explain with greater ease what it means for me to be a disciple of Jesus Christ?”
What I have learned this year is that the Church, at its best, can bring all those seeking faiths together, whether they come in the physical doors of the church buildings, or through the online doors that we have set up. And I am sure of this: As this year ends and we begin with another, Jesus Christ is Lord and calls us again to know and learn more about Him, so that we might confidently proclaim His Gospel to the world.
Peace, Fr. Murray
Hay tantas incógnitas mientras escribo este mensaje del boletín del final del año litúrgico 2020.Todavía estamos esperando los números definitivos de las elecciones presidenciales. Si bien creemos que hay un nuevo presidente electo, no estamos seguros de la transición en enero. No estamos seguros de cómo mantenernos a salvo en este mundo saturado de Covid19 con noticias en desarrollo sobre vacunas y argumentos sobre la eficacia de las mascarillas. No estamos seguros de cuándo volveremos a una apariencia de una economía y una vida social normales como las que disfrutábamos. Hay una agitación económica y el desafío de un invierno frío con tantos desempleados.
Y, sin embargo, estamos seguros de que la historia de Jesús, que comenzó con un nacimiento humilde en un pesebre anónimo en las afueras de Belén, termina con este fin de semana en el que celebramos la Fiesta de Cristo Rey y el conocimiento de que Jesucristo está vivo y se mueve entre nosotros y que somos los proclamadores de este mensaje al mundo entero. Todo el año litúrgico nos ayuda a recordar quién es Jesús como hijo de Dios; qué ha hecho por cada uno de nosotros en esta vida, muerte y resurrección; y qué significa que volverá para ayudarnos a ver cómo El, misteriosamente, estaba entre nosotros. y cómo a veces le servimos sin saberlo ya sabiendas. En el corazón de todas nuestras vidas está la verdad de que Dios nos ama, nos ama en la existencia, nos ama en la relación y busca para siempre mantener esa relación fuerte, y finalmente nos ama en la eternidad para estar con Él para siempre. De esto estamos seguros. Jesucristo es el Señor del cielo y de la tierra y hemos sido llamados a proclamar este mensaje en todas partes.
Al concluir el año, podríamos preguntarnos qué significa para cada uno de nosotros ser un seguidor de Jesucristo. En las lecturas de este año a medida que seguimos el Evangelio de Mateo, fuimos guiados más profundamente para ver cómo Jesús fue el cumplimiento de las promesas que Dios hizo al pueblo judío en la época de Moisés y a través de todos los profetas. El Evangelio buscó constantemente conectar los mensajes de los profetas y la Ley con el mensaje de Jesús y mostró cómo cumplió y superó esas enseñanzas. En las cartas a las diferentes comunidades que leímos a lo largo del año, nos enteramos de las comunidades en desarrollo, los desafíos que enfrentaron y las preguntas que tenían.
Ahora, nosotros podemos preguntarnos ¿hemos alcanzado un nuevo nivel en nuestra fe? ¿Cómo han mejorado nuestra fe y la conexión con el Señor al concluir este año litúrgico? ¿Somos mejores compartiendo nuestra fe? ¿Podemos explicar con mayor facilidad qué significa para nosotros ser discípulos de Jesucristo? Yo he aprendido que el Internet es una herramienta importante para nosotros y que debemos encontrar la manera de dar la bienvenida a todos los que nos buscan, ya sea que entren por las puertas de ingreso de las iglesias de nuestros barrios, o por el portal en línea que hemos configurado.
De esto estoy seguro, que al terminar este año y comenzar otro, Jesucristo es el Señor y nos llama nuevamente a conocerlo y a aprender más de él, para que podamos proclamar con confianza su Evangelio al mundo.
Paz, Padre Murray