This is the third in a series that I have been writing in discussing the future of the parish and what I believe is the course we need to follow to renew and build the church. This week I would like to address the way we minister in the parish. As I have noted before, one of the more impressive sights I have seen in my thirty-three years of priesthood was an event I attended in Halifax, Nova Scotia. A parish named St. Benedict hosted a three-day conference in which over 600 people attended in person, and hundreds more attended online. The keynotes were presented at the church, and the smaller workshops were hosted at a local cinema, where there was plenty of room and space for everyone.
At the end of the event, the volunteers —mostly all parishioners —were invited into the sanctuary to be thanked. There were over 300 people who served, doing everything from washing coffee cups to running the tech, as well as people praying intentionally for the presenters, guests, and guests’ parishes. We were amazed to learn that a large majority of them had attended Alpha and had been inspired, through participating in this program, to be welcoming and to serve. Their radical hospitality allowed them to graciously, and gracefully, host people from around the world at their parish. Some parishioners took time off work to come and serve the Church from around the world who had come to their door. St. Benedict has worked hard to build, and continues to develop, that culture in their parish.
We want to build this kind of culture at MQOA. It may take a long time, but my vision is that one day any visitor to our parish, any new family or new parishioner will be greeted with extravagant hospitality and grace. It is already happening. Recently, a woman who had been a parishioner in Atlanta came to our parish. After Mass, having been greeted by a number of people, she commented that this was the most welcoming parish she had encountered on the North Shore. If we are going to be a parish that thrives in the future, we must all learn to be radically hospitable. This kind of hospitality comes from Jesus, and we can see that in the recent Gospels. Whether people were ill or afraid, hungry or alienated, He welcomed them into His presence. Members of the Millennial and Gen Z generations should feel accepted and welcomed and with this spirit. We hope that more and more, they will see our parish as place that is hospitable and accepting of them.
This too is the genius of Alpha; it invites us all to sit and talk and get to know one another, to ask questions, and allow us to see our questions addressed in a welcoming atmosphere. It also allows for our faith to grow and for more people to take part in the life of the parish. Recently, the Knights of Columbus have been working to start a new council here. I have asked, and they have agreed, to experience the Alpha program as the way to start to form themselves as lifelong learners and disciples; and, then to serve in the parish. Some have already experienced Alpha and so they will be helping the others.
As we approach September, I will be asking all those who have not been through this program to sign up for one of the 10-week sessions offered this fall or spring. If we all move in the same direction, I am confident we will see our parish coming back to even greater heights than we can imagine.
Peace, Fr. Murray Este es el tercer envío de una serie que he estado escribiendo para discutir el futuro de la parroquia y lo que creo que es el camino que debemos seguir para renovar y recordar la iglesia. Esta semana me gustaría abordar la forma en que ministramos en la parroquia.
Como he señalado antes, uno de los lugares más impresionantes que he visto en mis treinta y tres años de sacerdocio fue un evento al que asistí en Halifax, Nueva Escocia. Una parroquia llamada San Benito organizó una conferencia de tres días a la que asistieron más de 600 personas en forma presencial y cientos más asistieron en línea. Hubo charlas organizadas en un cine local para las pequeñas discusiones y hubo mucho espacio y lugar para todos. Al final del evento, los voluntarios, en su mayoría todos los feligreses, fueron invitados al altar para recibir nuestro agradecimiento. Hubo más de 300 personas que sirvieron, desde los encargados de lavar las tazas de café hasta los tecnólogos de la información para asegurarse de que todos recibieran nuestro agradecimiento. Lo interesante es que una gran mayoría de ellos habían asistido a Alpha y habían aprendido a través de este programa lo que significaba ser acogedor y cómo servir. Su radical hospitalidad les permitió recibir gentil y exitosamente a personas de todo el mundo en su parroquia. Algunos renunciaron a los días de vacaciones o se tomaron días personales para venir y servir a la iglesia de todo el mundo que llegaba a su puerta. Es una cultura que continúan desarrollando y profundizando en cada miembro.
Este es un cambio que vamos a implementar también en esta parroquia. Puede llevar mucho tiempo, pero mi visión es que un día, cualquier visitante de nuestra parroquia, cualquier nueva familia o feligrés será recibido con hospitalidad y gracia. Ya está sucediendo. Recientemente, una mujer que había sido feligresa en Atlanta vino a nuestra parroquia. Después de la misa, y habiendo sido saludada por varias personas, comentó que esta era la parroquia más acogedora que había encontrado en North Shore. Si vamos a ser una parroquia que prospera en el futuro, todos debemos aprender a ser radicalmente hospitalarios. La hospitalidad viene de Jesús y podemos ver eso en los evangelios recientes. Ya sea que las personas estuvieran enfermas o asustadas, hambrientas o alienadas, él les dio la bienvenida a su presencia.
Los jóvenes de la Generación del Milenio y la Generación Z prosperan al ser aceptados y bienvenidos y, con este espíritu, esperamos que cada vez más, vean nuestra parroquia como un lugar hospitalario y que los acepta. Este es el genio de Alpha, el cual nos permite a todos sentarnos y hablar, conocernos unos a otros y hacer preguntas. Por medio de Alpha vemos que nuestras preguntas son respondidas en un ambiente acogedor, que nuestra fe va creciendo y que más personas están siendo parte de la vida de la parroquia. Recientemente, los caballeros de Colón solicitaron comenzar un nuevo consejo aquí. Les pregunté y ellos aceptaron experimentar el programa Alpha como la manera de comenzar a formarse como discípulos y aprendices de por vida y luego servir en la parroquia. Algunos ya han experimentado Alpha y, por lo tanto, ayudarán a los demás.
Al comenzar a reabrir la parroquia, les voy a pedir a todos aquellos que no han pasado por este programa que se inscriban en una de las sesiones de 10 semanas que se ofrecen este otoño y primavera. Si todos nos movemos en la misma dirección, estoy seguro de que veremos a nuestra parroquia regresar a alturas aún mayores de lo que podemos imaginar.