One of the interesting truths about Lent is that it can cause tension. Right from the start, all of us are called to change our minds and hearts, which we hope will change our behaviors. Through prayer, fasting, and almsgiving, we change our minds about the influence some things have over our lives In Lent. Changing our behavior can help us to question what we spend our time, energy, and trust on, and that frees us to recognize that what we really need is God and His desire to love us unconditionally through his son Jesus.
This week’s readings remind us that as Jesus was teaching, there were some who did not want their minds changed. The tension of resistance is real. Nicodemus has always been a character who catches my attention, because he was called to change but could not seem to break out of the old way that he was comfortable with and knew well. Change is hard, as we all know. Change that we do not like is especially hard. I prefer the changes that are easy and satisfying (e.g., Those new shoes that make walking comfortable or the shirt that makes me look thinner).
During this pandemic, we have changed the way we celebrate Mass together and how we gather, both in person and online. These changes have made people feel safe and comfortable. In the beginning it was difficult, but now those who seek the sacraments have grown accustomed to the changes we had to make to ensure the safety of everyone, from our parishioners to the church employees and priests. The changes have sometimes been dramatic and challenging, but we can proudly say that so far, we have shut down just one time because of a COVID contact connection, and not because of an actual outbreak at our parish.
Since its beginnings, the Church has always been changing. The changes we see now reflect what we had been discussing for a long time but had not yet been put into place. We are now online each week and are capable of many more technological possibilities that allow us to evangelize and heal better than before. We (the staff) recently watched a video that challenged us to change too. In the future, people will surely wonder how we all adapted and changed to face the reality of our situation in the pandemic. At MQOA, we will be able to say that we did adapt, we did change to meet the challenging times. It started last Lent and has brought us to this one. We are still changing, growing, and adapting to hear and see the truth, proclaim the Gospel, and heal those who come to us. Let us never stop feeling the tension of change. Peace, Fr. Murray Una de las verdades interesantes sobre la Cuaresma es que puede causar tensión. Desde el principio, todos estamos llamados a cambiar nuestra mente y nuestro corazón, lo que esperamos que nos haga cambiar también nuestro comportamiento. Cambiamos de opinión sobre la influencia que algunas cosas tienen sobre nuestras vidas para poder darnos cuenta de que lo que realmente necesitamos es reconocer nuestra dependencia de Dios y su deseo de amarnos incondicionalmente a través de su hijo Jesús. Desde el comienzo de la Cuaresma hasta ahora se nos ha animado a cambiar a través de la oración, el ayuno y la limosna. Mientras luchamos con nuestros viejos comportamientos, se nos detiene y se nos pide que reflexionemos nuevamente sobre lo que estamos haciendo y por qué. Y esto nos genera tensión.
Las lecturas de esta semana nos recuerdan que mientras Jesús estaba haciendo todo lo que hizo, hubo algunos que no querían cambiar de opinión. Ha sido así desde que Jesús llamó a Pedro, cuya mente, corazón y vida entera cambiaron después de conocerlo. La tensión de la resistencia también es real. Nicodemo siempre ha sido un personaje que admiré porque también estaba llamado a cambiar, pero parecía que no podía romper con la forma de ser antigua, con la que se sentía cómodo porque la conocía muy bien.
El cambio es difícil, como todos sabemos, o más bien el cambio “que no me gusta” es difícil. Me gustan los cambios que me agradan; por ejemplo, esos zapatos nuevos que se sienten cómodos al caminar, o esa camisa que me hace ver más delgada. O, por ejemplo, cambiamos la forma en que celebramos la Misa juntos para enfrentar esta pandemia y, por la forma en que nos reunimos ahora, está claro que este cambio ha hecho que la gente se sienta segura y cómoda. Al principio fue un poco difícil, pero ahora los que quieren celebrar los sacramentos, desde los bautismos hasta los funerales, se han acostumbrado a utilizar todos los cambios y precauciones para garantizar la seguridad de todos los participantes, desde las familias hasta los empleados de la iglesia y los sacerdotes. Los cambios a veces han sido dramáticos y desafiantes, pero podemos decir con orgullo que, hasta ahora, hemos cerrado solo una vez debido a un susto de contacto y no debido a un caso de COVID real.
La iglesia siempre está cambiando. Así ha sido desde el principio. Los cambios que vemos actualmente son un reflejo de lo que se pudo haber discutido durante mucho tiempo. Ahora estamos en línea cada semana y somos capaces de muchas más posibilidades tecnológicas que nos permitan evangelizar y sanar mejor que antes de que todo esto comenzara. Nosotros (el personal) recientemente vimos un video que nos desafió a cambiar también. En el futuro, se nos preguntará, ¿cómo cambió usted para adaptarse a la realidad en la que vivía? En MQOA, podremos decir, nos adaptamos, cambiamos. Este proceso comenzó durante la Cuaresma del año pasado y nos ha traído hasta la Cuaresma actual. Todavía estamos aquí, cambiando, creciendo y adaptándonos para escuchar y ver la verdad, proclamar el Evangelio y sanar a los que vienen a nosotros. ¡Que nunca dejemos de sentir la tensión del Cambio! Paz, Padre Murray