It is fitting that we begin this new liturgical year with the Gospel of Mark. It is a Gospel full of questions and unsure responses to the marvels witnessed throughout the lifetime of Jesus, until the very end with the crucifixion scene. This Gospel shows the faith of the apostles despite their unsure feelings, doubts, and fears about who Jesus was, and what it meant to follow Him.They were living in a society and time that was rejecting and repelling Him when He told the truth, but revered and needed Him when He was feeding, healing, or raising from the dead.
The whole secret to the Gospel of Mark is that we must accept thewholestory of Jesus, from his humble birth to his ugly death and glorious resurrection. From the Roman centurion (who was an outsider in faith but a participant in the crucifixion of Jesus) comes this proclamation: “Truly, this man was the Son of God!” (Mark 15:39)What he didn’t realize, but we do, is that Jesus is still the Son of God. That is the Good News for all time. Death and sin and all the challenges of life did not overcome Jesus, and that is true for us today, too.The Gospel of Mark is believed to have been written during a time of persecution and suffering for the Church.
It is critical to remember that the crucifixion of Jesus is part of the truth of the story and we have to accept it. It is hard to imagine God loves us this much, that He would send His Son to die for each of us, and to give us the courage to say to ourselves that Jesus is truly the Son of God. And yet, that glorious, grace-filled truth is exactly the mystery we proclaim.We live in a time of challenge to the Christian message, and yet we know this message will bring the most strength and healing to us all. As I think about all the challenges we face as a parish and Church, as a city, state, nation, and world, I can only return to the message that Jesus Christ is Lord and entrust to Him all that lies before us.
We must remember we are meant to invite others to know Jesus Christ, and hope they, like the centurion, believe and eventually join us in proclaiming the Gospel. All our efforts this year and last year are toward this work, whether directly or indirectly. I hope that the Gospel messages of the closing weeks of last year will help us all to examine what we do for our faith: how we work to deepen and strengthen our understanding, and our capacity to share it and put it into action.
The Holy Father’s most recent encyclical,Fratelli Tutti, challenges us to see other people as made in God’s image and that they are our brothers and sisters. It is not some radical behavior; rather it is our consistent call as a way of living out the Gospel we have been given. I hope and pray that in this new liturgical year, despite the insecurities of the pandemic and the upheaval in the political world, we can grow more consciously as a parish for having welcomed more people to know the whole story of Jesus Christ and encounter the power of God’s love in the world.
Peace, Fr. Murray
Building news: We are still waiting for the final judgment on the tower at St. James. The plan now is to remove the windows, put in plywood, and address the problems in the spring. We received a commercial refrigerator from a donor, and we are working to upgrade the kitchen at St. James hall so that we can be ready to feed Alpha guests and others, as soon as that’s possible.
Conviene que comencemos este nuevo año litúrgico con el Evangelio de Marcos. Es un Evangelio lleno de preguntas y respuestas inseguras a las maravillas presenciadas hasta el final en la escena de la crucifixión. Es un Evangelio que muestra la fe de los apóstoles a pesar de sus sentimientos inseguros, sus dudas y temores sobre quién es Jesús y qué significa seguirlo en medio de una sociedad y un tiempo que lo rechazaba y repelía cuando decía la verdad; pero lo veneraba y lo necesitaba cuando los alimentaba, sanaba o resucitaba de entre los muertos. El secreto del Evangelio de Marcos encierra la verdad de que debemos aceptar toda la historia de Jesús, desde su humilde nacimiento hasta la horrible muerte y la gloriosa resurrección. Del centurión romano, un forastero en la fe, pero participante en la crucifixión de Jesús, surge esta proclamación. "¡En verdad, este hombre era el Hijo de Dios!" (MK 15:39).
Lo que él no se dio cuenta, pero nosotros sí, es que Él todavía es el Hijo de Dios y esa es la Buena Nueva para siempre. La muerte, el pecado y todos los desafíos de la vida no vencieron a Jesús, y esa es la verdad para nosotros también en la actualidad. Se cree que el Evangelio de Marcos fue escrito durante una época de persecución y sufrimiento para la iglesia. Es fundamental recordar que la crucifixión de Jesús es parte de la verdad de la historia y que tenemos que aceptarla. Es difícil imaginar que Dios nos ama tanto, que enviaría a su hijo a morir por cada uno de nosotros y para darnos el valor de decirnos a nosotros mismos que Jesús es verdaderamente el Hijo de Dios.
Y, sin embargo, esa verdad gloriosa y llena de gracia es exactamente el misterio que proclamamos. Vivimos en una época de desafío al mensaje cristiano y, sin embargo, creemos que ese es el mensaje que, con certeza, nos traerá más fortaleza y sanidad a todos. Al pensar en todos los desafíos que enfrentamos como parroquia e iglesia, como ciudad, estado, nación y mundo, solo puedo volver al mensaje de que Jesucristo es el Señor y encomendarle todo lo que tenemos ante nosotros. El desafío para todos nosotros en este tiempo es recordar que somos personas que invitamos a otros a conocer a Jesucristo para que lleguen a ser como el centurión, crean, y finalmente se unan a nosotros para proclamar el Evangelio. Todos nuestros esfuerzos este año y el año litúrgico pasado están dirigidos hacia ese objetivo, ya sea directa o indirectamente.
Espero que los mensajes del Evangelio de las últimas semanas del año pasado nos ayuden a todos a examinar lo que hacemos por nuestra fe, cómo trabajamos para profundizar y fortalecer nuestro entendimiento del Evangelio y nuestra capacidad para compartirlo y ponerlo en acción. La encíclica más reciente del Santo Padre, "Fratelli Tutti", nos desafía a todos a tomar conciencia de que estamos llamados a ver siempre a las otras personas como hechas a imagen de Dios, al igual que nosotros, y que somos hermanos y hermanas. No se trata de un comportamiento radical, sino de un llamado constante a asumir la forma de vivir el Evangelio que se nos ha dado.
Espero, rezo y estoy trabajando para hacer de este año, a pesar de nuestra inseguridad con la pandemia y la agitación en el mundo político, un año en el que podamos crecer más conscientemente como parroquia por haber dado la bienvenida a más personas para que conozcan toda la historia de Jesucristo y el poder del amor de Dios en el mundo.
Paz, Padre Murray
Construyendo noticias. Todavía estamos esperando el juicio final sobre la torre de St. James. Ahora, el plan es quitar las ventanas, poner madera contrachapada y resolver los problemas en la primavera. Recibimos un refrigerador comercial de un restaurante cerrado.